LOS AÑOS 2016 y 2017 son esenciales en mi vida: me puse a vivir en Carabanchel y renuncié a los demás, me convertí en un colgado, descubrí redadas racistas que no había visto cuando vivía en Noviciado y Chamberí; multipliqué mi travestismo; asistí a la explosión catalanista y la consiguiente reacción fascistoide del pueblo madrileño; constaté que gran parte de la llamada "clase obrera", que yo había sublimado hasta entonces, es patriota y tiende a pasarse a la ultraderecha después de culpabilizar al extranjero pobre: en definitiva, me salí para siempre de la sociedad, de la que ya solo me ocupo para trollearla, y ahora ya solo me intereso por los inmigrantes (hasta que abrazan a los madrileños y se integran, momento en que también pierdo el interés).