EN SU libro La cultura española y la cultura establecida, de 1975, José Luis Aranguren critica la orientación castellanista de la cultura en España:
Se habla de la necesidad de una descentralización administrativa, económica, política. La descentralización cultural no es menos importante. La cultura académica española establecida es la castellana de las escuelas de Menéndez Pidal y Ortega-Zubiri.
Ahora las competencias de educación están en manos de las autonomías, pero en los tiempos en que trataron de adoctrinarme todavía estaban en manos del estado central. Lo que se me ofreció es lo mismo que denunciaba Aranguren: una España cristocastellana contada como la única que existe.

Imaginaos la sorpresa que me llevé cuando leí en Unamuno que, para él, Jacinto Verdaguer era el mejor poeta de España del siglo XIX. O cuando oí decir a Vargas Llosa que el Tirant lo Blanc de Joanot Martorell era la mejor novela española del Siglo de Oro después del Quijote. ¿Jacinto Verdaguer, Joanot Martorell? Aunque a mí se me analfabetizó en la pseudodemocracia española desde el año 80 al 92, nadie me había hablado en la escuela del tal Verdaguer y el tal Martorell. Como nadie me habló de Josep Pla, que me parece el mejor autor confesional español del siglo XX. Y ya en Madrid, muy pasados los treinta años, he descubierto por mí mismo El collar de la paloma, de Ibn Hazm de Córdoba, el cancionero de Ibn Quzman o esa antología superior, ante la cual uno se pone de rodillas y pide perdón por haberse atrevido a escribir versos, los Poemas arabigoandaluces traducidos por Emilio García Gómez, que demuestran que la España de Al-Ándalus disfrutó de una floración de poetas de tanto rango como la Roma de Augusto o la China de la dinastía Tang. Y hace años me regalaron una antología de Salvat-Papasseit, al que tampoco conocía ni de nombre, poeta de un vanguardismo silvestre pasmoso a cuyo lado la Literatura Oficial Española no tiene nada que ofrecer. Y no entro en ese estercolero llamado Historia de España: solo por mi cuenta me he enterado de que en España ha habido negros desde hace siglos, en porcentajes más que importantes, o que el estado trató de exterminar a los gitanos en 1749.

Y entonces comprendí: comprendí que, así como los vascos en los últimos ciento cincuenta años se han vuelto antivascos (pues prescindir de todo lo que huela a español, que es también cultura vasca, es empobrecimiento y antivasquismo), los españoles, desde los Reyes Católicos y sobre todo desde la llegada de los Borbones… ¡también se han vuelto antiespañoles! Los españoles no han sabido qué hacer con su variedad, con su inmensa riqueza, y han apostado por la España Una, la España Blanca, el Idioma Uno, la Religión Una, la Historia Una, con la sola intención de aglutinar, de cohesionar, de formar rebaño. Una vez que el invento ya no funcionaba... se tuvo que transigir hacia el estado de las autonomías, pero, ¿existe acaso un 25% de madrileños que crean en el estado de las autonomías? ¿Y cuántos españoles aceptan una España que no sea blanca ni cristiana ni castellana?