UN DETALLE que siempre me ha asombrado de la izquierda oficial española es que, de todos los escritores/intelectuales de estos sembríos que por diversos motivos he admirado (Fernando Savater, Sánchez Ferlosio, García Calvo, Álvarez Junco, Francisco Umbral, Terenci Moix, Vicente Verdú, Vázquez Montalbán, Eduardo Mendicutti, Rosa Montero, Haro-Tecglen, Raúl del Pozo, Maruja Torres...), algunos de ellos ya muertos, solo Ferlosio, García Calvo y Álvarez Junco arremetieron o han arremetido a veces contra España como estructura, como nido donde por fuerza se incuban las serpientes. Siendo la izquierda la denunciadora por antonomasia de los privilegios, a pocos de estos autores se les pasó por la cabeza que España, en su fórmula estado-nación, es una fórmula jerárquico-piramidal que genera privilegios para los que han nacido en ella: en España no se deja votar a los que no tienen la nacionalidad, se establecen requisitos leoninos para obtenerla, se mete en cárceles y se expulsa a los sin papeles que no tienen contrato de trabajo; en España se privilegia un idioma, unos escritores y unos artistas, unos atletas, una religión, una geografía, una historia... El privilegio va en dos direcciones: por una parte hacia dentro, donde lo nacional opaca/pisotea a lo regional, local o barrional; y por otra parte hacia fuera, donde lo nacional opaca/pisotea a lo más grande universal...
He dicho que me asombraba de que la mayoría de estos escritores no arremetieran contra esta fórmula plagada de privilegios, que por fuerza aboca a innumerables injusticias, pero... ¿no será que no tiene nada de sorprendente? ¿No será que el privilegio España beneficiaba precisamente a un tipo de autores como ellos?