NO SÉ por qué vasos comunicantes están unidos los patriotas que siempre dan en el mismo sonsonete. Cuando estaba en Lauros oía esto:

—A mí me parece bien que hayan venido los gallegos y los castellanos, pero que aprendan nuestra cultura.

¿Y cuál era esa cultura?, me preguntaba yo. ¿El euskera que solo conoce el 30% de la población? ¿Los bertsolaris que pocos escuchan, los aizkolaris a los que pocos asisten, las piedras que ya nadie levanta? ¿La nueva cocina vasca que disfrutan cuatro privilegiados? ¿Votar al PNV? ¿Gabriel Aresti? ¿El árbol de Gernika?

Siempre que un patriota dice una tontería, hay otro patriota a equis kilómetros de distancia haciéndole hijos gemelos. Desde que llegué a Madrid escucho la misma flauta:

—A mí me parece bien que vengan los latinoamericanos y los árabes, pero que aprendan nuestra cultura.

El problema es que tampoco sé cuál es esa cultura. ¿Es el flamenco? ¿El maltrato animal? ¿La siesta, la paella, la jarana, los sanfermines? ¿La corrupción? ¿Es el Quijote que nadie ha leído, es Velázquez o Goya que nadie sabe decirme tres cuadros, es el apostol Santiago que nunca estuvo en España, es Colón que era genovés, es la Virgen del Pilar?

Por fortuna, tanto en Vizcaya como en Madrid la mayoría de la gente es inculta, y digo por fortuna porque es mucho mejor no saber nada y hasta ponerse a vivir en los árboles antes que aprenderse esa supuesta cultura vasca o esa supuesta cultura española. La única cultura digna de aprenderse es aquella que muestre lo que une a los seres humanos entre sí y lo que une a los seres humanos con el resto de seres y cosas que habitan el planeta. Una cultura que subraye el ser vasco o el ser español por encima del ser humano es anticultura.