CUÁNTAS VECES y con cuánta gente distinta he tenido en Madrid la siguiente conversación, muchísimo antes de que empezara el conflicto catalán:
–¿De dónde eres?
–De Vizcaya.
–¡Ah, vasco! Pues te voy a decir una cosa: me caen mejor los vascos que los catalanes.
La catalanofobia de muchos madrileños viene de tan lejos y es tan fuerte que a su lado la vascofobia no tiene nada qué hacer, a pesar de que también cuenta con algunos adeptos. Fue esta diferencia la que hizo estallar una vez a Jordi Pujol, en un debate en Sallent, en 1998: "¿A quién debemos dejar de matar para ser más simpáticos que los vascos? ¿Cuántos atentados debemos dejar de hacer en Madrid o en Sevilla? ¿A cuántos regímenes fiscales especiales debemos renunciar?”.