LO QUE pasó ayer en la Vuelta Ciclista a España a su paso por Bilbao, con tantos ciudadanos manifestándose en favor de Palestina, hubiera sido bonito si no fuera por la pequeña trampa de que esos manifestantes, a priori levantados contra la injusticia, formaban parte de una colectividad, los vascos, a la que siempre le ha gustado equipararse a los palestinos, los saharauis, los kurdos o los tibetanos. Ya sabéis: los palestinos y nosotros, en fin, siempre oprimidos, etc.
Por esa misma razón yo corté para siempre con cierto antirracismo de índole no pacifista, el representado por Angela Davis, cuando esta trató de visitar a Arnaldo Otegui en la cárcel de Logroño, dando a este terrorista demostrado la campaña de propaganda más deseada de su vida: "Angela Davis y Arnaldo Otegui juntos = los negros y los vascos unidos = los oprimidos del mundo unidos".
En los treinta años que pasé en Vizcaya, lo que yo vi es que los "opresores españoles", por ejemplo mi madre de Burgos, ocupan empleos peores, tienen una renta per cápita inferior a la de los autóctonos y ni siquiera se atreven a manifestar su españolidad (sí, manifestar tu españolidad es una estupidez, pero ni un centímetro menor que manifestar tu vasquidad). Para que esta situación se prolongara sine die, los vascos nacionalistas usaron el euskera como apartheid, con el fin de garantizar que hasta el mayor mediocre autóctono estuviera siempre por encima de los inmigrantes ibéricos con más talento.
Los vascos pueden compararse con los catalanes, los corsos, los escoceses o los quebequenses, colectividades que mantienen estructuras autónomas muy fuertes, similares a las de un semi-estado, que hacen que los autóctonos mantengan el control de ese territorio al 100%, a pesar de no tener un estado oficial. Dentro de esas estructuras, el que se siente español o francés o inglés o canadiense está en desventaja, a pesar de que viva en-su-propio-país. Nada que ver con la opresión que sufren los negros, los palestinos, los kurdos, etc.
Bienvenida sea la solidaridad con Palestina, pero más la de unos que la de otros. En el caso de Euskadi, si se me permite forzar las cosas tal como ellos las fuerzan para aparecer como víctimas, los israelíes son los vascos autóctonos y los palestinos los inmigrantes españoles.