SI POR algo he abogado yo desde que muri贸 mi padre es por aplicar a lo territorial un principio de separaci贸n de poderes como el de Montesquieu. A Espa帽a le viene bien que exista la Uni贸n Europea por encima y Euskadi/Catalunya por debajo, porque impiden que surja el autoritarismo y la tendencia al imperialismo que se deriva de una unidad sin fisuras; a su vez, a Euskadi y Catalunya les viene bien que existan en su seno grandes ciudades y zonas no nacionalistas que impiden que surja el monstruo de la unanimidad identitaria. Es bueno que un pa铆s tenga zonas federales o autonomistas; a la vez es bueno que el autonomismo sea limitado por el provincialismo y el provincialismo por el municipalismo. Cuanto m谩s poderoso es cada escal贸n de la escalera territorial, m谩s control ejercen los unos sobre los otros y m谩s constre帽idos est谩n, menos fuerza tienen para agredir al otro.

Para llegar a este punto es indispensable partir de la misma premisa que Montesquieu, la de que el excesivo poder corrompe; hay que partir de la premisa de que Euskadi y Espa帽a son dos cosas malas a las que hay que limitar para que no se manifiesten en toda su maldad. ¿Existe alguna persona en Madrid, adem谩s de la sissy de los dos gatos, que piense que Euskadi y Espa帽a y Catalunya y Francia y Alemania no son estructuras de las que sentirse orgullosa, sino, al contrario, aberraciones a las que hay que parar los pies para mantener su iniquidad cong茅nita en niveles no catastr贸ficos?