HACE CASI tres siglos Samuel Johnson ya se dio cuenta de que el pueblo elegido es el suizo:
Quienes desde帽an la capacidad de los suizos deber铆an decirnos por medio de qu茅 maravilloso arte de la pol铆tica, por medio de qu茅 feliz conciliaci贸n de intereses, se ha llegado a tal concordia que, en un cuerpo compuesto por distintas comunidades y religiones diversas, no surja ninguna conmoci贸n civil.
Suiza no tiene idioma com煤n, sino cuatro oficiales en pie de igualdad entre ellos: como no se les ocurri贸 invocar la sacrosanta unidad idiom谩tica, nunca ha habido un problema. En religi贸n funcionan igual y tienen casi el mismo n煤mero de cat贸licos que de protestantes, caso ins贸lito en toda Europa, donde casi todos los pa铆ses se dedicaron a perseguir a la otra parte apelando de nuevo a la "unidad".

Si t煤 respetas la variedad sin buscar el idioma Uno y la religi贸n Una, la convivencia es posible y el resultado es Suiza. Si no la respetas e invocas a grito pelado la "unidad", pensando que es f谩cil convencer a una persona para que abandone el idioma que le ha ense帽ado su madre, tienes como consecuencia inmediata el nacimiento del nacionalismo unitario y de los nacionalismos perif茅ricos: Espa帽a.