NACÍ ENTRE brutos, me crié entre brutos, malvivo entre brutos y yo mismo me he convertido en uno de ellos. Todos los territorios que he conocido son brutos; todos los colectivos brutos; las estructuras brutas, las banderas feas, todos los himnos horribles. Mi negatividad solo se detiene ante los lugares que no me han constreñido y los grupos que no me han tutelado, las banderas que no me salieron al paso o los himnos que no ensuciaron mis oídos, a los que concedo el beneficio de la duda, pero, ¿quién me garantiza que la belleza de lo desconocido no sea más que un espejismo que me produce la lejanía, y que, en cuanto me acerque a ellos, cualquier colectivo exótico me parecerá igual de bruto que los autóctonos que padezco?