MADRID ES una ciudad contra Francia. Con estatuas contra Francia, con arcos de triunfo contra Francia, con calles contra Francia. Cuando en mi época social se me invitaba a saraos poéticos durante las fiestas del 2 de mayo, yo declinaba enseguida:

—Perdón, a mí los franceses no me han hecho nada malo.

Estamos en 2020. España lleva 34 años dentro de la Unión Europea. Se supone que los franceses y los españoles son ahora aliados, se supone que es hora de olvidarse de los agravios, sustituir los arcos de triunfo por arcos de la concordia, organizar actos de hermanamiento galo-español, cambiar los libros de historia que se enseñan a los niños en la escuela, mostrar lo que une y no lo que separa...

Pero qué se va a hacer. No se hará ni ahora ni nunca, porque la patria consiste en eso.

Es una maquinaria para recordar agravios, fortalecer el antagonismo, garantizar la frontera...