DE PEQUEÑA me gustaban más los mapas políticos que los físicos, porque los políticos tenían muchos más colores y las líneas que los demarcaban eran más rectas y nítidas. Ahora he cambiado de opinión, claro está, porque ya no hago una lectura estética-colorista sino una lectura ética, y entiendo que los mapas políticos son mapas militaristas que tratan de ordenar, uniformar y domesticar el caos y diversidad de los mapas físicos, que siguen siendo los desobedientes de la cartografía.