ALGUNAS VECES, cuando me he referido con mucho desprecio a las etiquetas “vasco” o “español”, de las que me siento tan cercano como de "burgundio" o "hitita", y hasta he añadido que, en caso de que me permitieran borrarlas o cambiarlas en mis documentos por “ornitorrinco”, estaría dispuesto a hacer cola en la calle las noches que hicieran falta, me ha sucedido que algunas personas, sintiéndose heridas ante estos desprecios míos, se han dirigido a mí con las frases ya muy escuchadas de “tú eres vasco y te jodes” o “tú eres español y te jodes”. Estas frases, aunque revelan una intransigencia que es común a todos los nosotristas, contienen sin embargo mucho de verdadero, y es que los nosotristas, cuando se sienten lastimados por el mero hecho de que alguien no desee formar parte de su nosotros, de pronto se vuelven sinceros e incurren en verdad: porque es la pura verdad que tener que conformarse con ser “vasco” y/o “español” en pleno 2020 es algo como para estar muy jodido.