EL DEBATE de la traducción está viciado por la polémica nacionalismo / cosmopolitismo, que es previa y hace de mano que mece la cuna. Al nacionalista le interesa insistir en aquellas partes del idioma que son intraducibles (la mayor parte de la poesÃa); al cosmopolita en el humus que fecunda todo lo humano y asemeja a todas las lenguas. Al nacionalista se le desenmascara cuando, siguiendo su lógica, le dices que serÃa aconsejable enseñar inglés, francés, alemán, chino o árabe en las escuelas, con el fin de que los niños no tengan que traducir los idiomas en que está depositada la mayor parte de la cultura. Entonces el nacionalista se opone, porque es monoteÃsta y solo está interesado en el idioma que le tocó en suerte. Por eso albergo tantas reticencias con los escritores que dicen “mi patria es mi idioma”, que es una forma subliminal de nosotrismo.