OTORGAR CONTRATOS a tu hermano siendo presidenta de la Comunidad de Madrid no es corrupción, es idiosincrasia. Y hasta se manifiestan por las calles como queriendo decir: “Si tú estuvieras en la misma tesitura, harías lo mismo”. Esto es Madrid: como Pepe está lleno de mierda y Juan lleno de mierda y Marta llena de mierda, no se huelen la mierda entre ellos, ergo la corrupción aquí recibe el nombre de cotidianidad.

En los dieciocho años que llevo en esta infraciudad, dos veces me he encontrado dinero por la calle con sus respectivos documentos, y cuando los entregué en comisaría, los agentes me recibieron como si fuera el unicornio de los unicornios: “Que venga gente a devolver documentos –me dijeron una vez–, eso sí que suele suceder, pero que vengan con los documentos y el dinero, eso es noticia”. En el primer trabajo de conserje que tuve, me encontré una vez veinte euros en una plaza de garaje, así que notifiqué el hallazgo en el cuaderno de incidencias, pero al día siguiente el encargado me echó la bronca:

–¡Chaval, en tu pueblo las reglas de tu pueblo, pero en Madrid las reglas de Madrid! ¡Aquí, si te encuentras veinte euros, te los metes en el bolsillo y santas pascuas!

El 95% de los habitantes de Lauros habrían hecho lo mismo que yo de forma natural. Tuve que venirme a la capital de España para que me enseñaran que la naturalidad de aquí es que el dinero que no es tuyo no se debe devolver.