LO QUE yo deseo de verdad, sin embargo, es que se acaben para siempre las selecciones nacionales, que no son más que la continuación de la guerra por otros medios, y hasta me estoy empezando a plantear escribir cartas a los organismos internacionales para proponerles sustituir los equipos patriotas, fuentes naturales de odio y antagonismo, por equipos-organizaciones humanitarias en el plan Greenpeace, Unicef, Amnistía Internacional o Médicos sin Fronteras, equipos transnacionales que estarían compuestos por jugadores de todos los países y que generarían una confraternización universal, aparte de buenos ingresos para organizaciones que de verdad los necesitan.