LO PRIMERO que no cuadra de los himnos nacionales es que no fatiguen: ¿cómo es posible que a la gente le siga gustando lo que ya ha oÃdo miles de veces y se ha vuelto música muerta, salvo que hayan suspendido su sensibilidad y raciocinio? Lo segundo es el tono de la mayorÃa de ellos, altÃsimo, estentóreo, pensado para cultivar tu agresividad y despertar a tu bestia. Lo tercero la manera de escucharlo: no con alegrÃa sana sino con seriedad, rigidez, rostro sacral, a menudo enfadado. Por último la letra: salvo que tengas la suerte de vivir en uno de los cuatro paÃses cuyo himno no la contempla (España, San Marino, Kosovo y Bosnia), ¡cuánta cursilerÃa, vanagloria y llamadas a derramar sangre! ¡Poco nos matamos en este planeta con estos engendros creados para destruirnos, más horrorosos si cabe porque no tomamos conciencia de su horror!