LEYENDA NEORRABIOSA de la antipatria es Jean Genet, preso, ladrón y prostituto que salió de la cárcel a petición de la intelectualidad francesa encabezada por Sartre y Cocteau. En una entrevista de 1982 que se recoge en El enemigo declarado responde así:
JEAN GENET: Escuche, cuando Hitler les dio una paliza a los franceses, ¡pues bien, sí! Me alegró, me alegró esa paliza. Sí, los franceses estuvieron flojos.
BERTRAND POIROT-DELPECH: ¿Y lo que hacía Hitler, los campos de exterminio por ejemplo, también era gracioso?
GENET: Al principio, verdaderamente, no lo sabía. Pero hablo de Francia, no del pueblo alemán o del pueblo judío, o de los pueblos comunistas que pudieran ser masacrados por Hitler. Se trataba del correctivo que el ejército alemán le dio al ejército francés.
B. P.-D.: ¿Y eso le pareció gracioso?
GENET: Oh, embriagador, se lo aseguro.
B. P.-D.: ¿Y la paliza que recibió Hitler después también le alegró?
GENET: ¡Ah! En ese momento me resultó bastante indiferente. Los franceses empezaron con su tratamiento duro en Indochina y en Argelia y en Madagascar, etc. Usted también conoce la historia, y mejor que yo. [...]
B. P.-D.: En resumen, ¿usted no es ciudadano de ninguna parte?
GENET: Por supuesto que no.
B. P.-D.: Si tuviera que definir una patria, ¿cuál sería? ¿La lengua?
GENET: ¡Oh! No. Eso hice un día, un poco en broma, en L’Humanité, que había pedido que escribiera un texto. Para mí, una patria serían tres o cuatro personas. Pertenecería a una patria si luchase, pero no tengo ninguna gana de luchar por los franceses, de hecho, no tengo gana de luchar por nadie, sea quien sea, ni siquiera por los Panteras Negras. Los Panteras no hubiesen querido que luchase por ellos.