DE LO que sucede cada vez que aparecen la palabra patria y su hermana la mentira es buen ejemplo el caso de Plácido Domingo. Que a ver cómo se puede tratar así a la proa cultural de la nación, te dicen. Que cómo podemos arrastrar así a quien ha llevado el nombre de España por todo el mundo. Esta exigencia de que mintamos, ocultemos u olvidemos los aspectos no favorables de las leyendas de la patria no es nuevo. Es la que mantuvo en silencio la corrupción de la monarquía durante décadas. Es la que calla el dopaje masivo de los "años de oro" del deporte español. Es la que motivó al periodista José María García a no publicar una exclusiva referente a uno de los deportistas más célebres de España:
—No la publiqué ni la voy a publicar jamás porque los españoles van a sufrir mucho si conocen esa verdad sobre un deportista al que admiran tanto.
Es la que motivó a la revista Cuadernos Hispanoamericanos, según testimonio de Edwin Williamson, a aplazar en 1976 un número especial dedicado a Borges, quien acababa de realizar las siguientes manifestaciones a la revista Cambio16:
A García Lorca lo vi una vez en mi vida pero nunca me interesó él ni su poesía. Me parecía un poeta menor. Bueno, un poeta pintoresco, una especie de andaluz profesional. Supongo que en España lo habrán olvidado. Las condiciones en que murió fueron muy favorables para él. A un poeta le conviene morir así. Ojalá yo muriera ejecutado. Además eso le permitió a Antonio Machado –que era mejor poeta que él– escribir un espléndido poema.
Estas que pronunció sobre Lorca no fueron las mayores barbaridades o boutades de mal gusto que dijo Borges en las entrevistas, comparadas por ejemplo con otras, como que añoraba los tiempos donde se podía tener esclavos, o que lo peor que habían hecho los estadounidenses era dar educación a los negros, o que no le gustaba Brasil porque estaba lleno de negros, o que el dictador Videla y sus compinches asesinos eran "unos caballeros", o que el hecho de que los judíos sean perseguidos en todos los lugares y épocas es una razón objetiva contra ellos. ¿Por qué Borges podía decir barbaridades sobre cualquier cosa pero sobre Lorca no? Pues porque Lorca ya no es solo un poeta, sino que se ha convertido en Lorca+España y por tanto ya está blindado, es intocable: desde el momento en que lo elevaron a patrimonio nacional ya dispone de millones de borregos con la pandereta en la mano dispuestos a defenderle sin haberse leído ni una sola de sus páginas. Y esto no va referido solo a España sino a todas las Españas. Ya dijo en una ocasión Bioy Casares:
La celosa idolatría, que vela por que nadie objete nada contra algunas figuras (Shakespeare, Cervantes, San Martín), a lo largo del tiempo se fortifica incesantemente. Pope pudo objetar casi candorosamente a Shakespeare; Johnson, con pocas precauciones; hoy habría que ir contra viento y marea. Desde luego que más peligroso debe de ser atacar, dentro de España, a Cervantes, aunque no tanto como, en nuestra mansa Argentina, permitirse una duda sobre San Martín.