HE VISTO a muchas personas llorar ante una ikurriña o una estelada o una rojigualda, pero jamás he visto a nadie llorar ante una bandera olÃmpica o de las Naciones Unidas. Parece que el universalismo no degenera en impulsos irracionales y por tanto no se puede traducir en exclusiones ni muertes ⇒razón de más para seguir abogando por él.