SE DICE que el Quijote es la biblia de los españoles, que Shakespeare es la biblia de los ingleses, que Dante es la biblia de los italianos, que Goethe..., etc. Este procedimiento, aparte del monoteÃsmo y dogmatismo con el que mancha a algunos autores u obras de la imaginación, trata de acotar los kilómetros cuadrados por los que se extienden los grandes maestros de la literatura, que son grandes maestros porque han trascendido el iglú local, igual que la Biblia trascendió su origen judÃo. Más divertido, menos peligroso, me parece lo que en Prosas apátridas cuenta Julio Ramón Ribeyro de su hijo pequeño, que consideraba los veinte álbumes de TintÃn como su libro sagrado y tenÃa respuestas para todo extraÃdas de los diálogos de esos cómics. También el hijo de Ribeyro habÃa convertido una obra de la imaginación en su biblia, pero qué poco miedo me dan las biblias si son individuales, y menos si vienen en formato de cómic.