SAMUEL JOHNSON es ese autor que aparece en todos los diccionarios de citas con esta frase célebre, "El patriotismo es el último recurso de los canallas", pero he aquí que descubro en el libro de Boswell que él tampoco fue inmune a la onfaloscopia colectiva. Cuando empezó a trabajar en su famoso Diccionario, hubo quien dudó de que pudiera concluir en solitario una tarea tan ardua, y respondió así:
ADAMS: Pero… ¿cómo va a ser capaz de hacer el Diccionario en solo tres años? 
JOHNSON: No tengo la menor duda de que puedo hacerlo en tres años. 
ADAMS: Hay que tener en cuenta que la Academia Francesa, compuesta por cuarenta miembros, necesitó cuarenta años para compilar su Diccionario. 
JOHNSON: Así es, en efecto; ésa es la proporción que guarda un inglés con un francés.


ESTOS DOS jugadores (AQUÍ) ficharon por el Nàstic y por el Barça B en distintas épocas, pero a los dos se les rescindió su contrato cuando se descubrió que en el pasado habían hecho manifestaciones contra los catalanes.

¿Eres pro-Netanyahu? No pasa nada. ¿Has escrito tuits contra los gitanos o los inmigrantes? No pasa nada. ¿Te han grabado arremetiendo contra los gays y las trans? No pasa nada. Pero si en el pasado has dicho algo malo de alguna mafia territorial, aunque sea para marcar paquete en el jolgorio de una celebración...

Luego hablan del integrismo islámico. El integrismo religioso lo tenemos aquí, en la misma Europa, y se llama nación.


...y además la catalanofobia no es un elemento que defina los valores de una persona ni que la anule completamente, teniendo en cuenta lo extendida que está en España. Se puede ser buena persona y catalanófobo, esto es: se puede ser buena persona al 99%, salvo ese tumor anti que además no procede de ti sino de la sociedad en que vives. A ese futbolista el Nàstic le tenía que haber dado la oportunidad de decir, en su primera rueda de prensa, "mirad, lo siento, hace un tiempo dije una burrada en el calor de una celebración, precisamente después de ganar a un equipo catalán, y ahora me siento avergonzado..."

Y quede claro que, a mi parecer, la catalanofobia solo es defecto si la practica un madrileño, un andaluz o un gallego: si en cambio la practica un catalán no es defecto, sino autodefensa ante el nacionalismo mayoritario de tus semejantes, que trata de arruinarte la existencia, pues todo nosotrismo quiere meter el arco iris en una caja de cerillas.


SE DICE: ¡Cómo los alemanes, el pueblo más culto de Europa, pudieron entregarse a los nazis! ¡Cómo pudo Viena ceder ante Hitler! ¡Como pueden los leidísimos franceses votar a Le Pen! Pero no existen pueblos cultos; la cultura es eso que profesa una minoría: la mayoría de los franceses y los alemanes y los austriacos no leen a Proust ni a Kant ni saben del psicoanálisis ni de la música dodecafónica. Si quieres saber cuál es la cultura de las poblaciones masivas, mira los programas de televisión que consumen, y entonces verás con tristeza lo que es Alemania, lo que es Francia, lo que es Austria.

Mientras la democracia esté limitada a unos kilómetros cuadrados, la muchedumbre futbolera domina y la convierte en una productora incesante de nacionalismo. La única manera de reducirlo es la derrota sin paliativos: cuando las tensiones que genera un gobierno nacionalista son tales que llevan a la catástrofe o la bancarrota, el pueblo aprende (Italia, Alemania o Japón) y se vacuna durante cincuenta años, hasta que llegan nuevas generaciones que vuelven a las andadas porque ya no recuerdan los estragos que causó. Y eso si tienes la suerte de perder: si perteneces a un país que tiene por costumbre ganar, como USA o Rusia, se asume que el nacionalismo es bueno per se y sus ciudadanos se vuelven imbéciles y semifascistas con el paso de los años, sin darse cuenta de ello.


NO ME he empezado a dar cuenta hasta este año de que el centro de gravedad de Europa es Centroeuropa, como su propio nombre indica, y no tanto los antiguos griegos, que en verdad eran pueblos costeros y euroasiáticos, ni los antiguos romanos, que en realidad formaron un imperio mediterráneo que agrupaba también el norte de África. Como en mis lecturas suelo dar especial valor a que un escritor no se convierta en lacayo de su terruño o de su nación, he comenzado a unir hilos: ¿Por qué Kafka no parece sentir Chequia? ¿Por qué Rilke no da muestras de estar afiliado a ningún sentimiento nacional? ¿Por qué Zweig en toda su obra no se muestra orgulloso de Austria? ¿Por qué Goethe, Schiller, Schopenhauer, Nietzsche, Heine o Hesse no están orgullosos de su alemanidad, sino a menudo al contrario? ¿Por qué Gombrowicz insiste a los críticos para que valoren su obra desde criterios no nacionales? ¿Por qué Freud o Einstein solo se adhieren al internacionalismo? ¿Por qué Chopin dice desde el principio que quiere que su música sea reconocida en Viena o en París y no en Polonia? ¿Por qué en Suiza hasta bien entrado el siglo XX la literatura o historia nacionales eran solo asignaturas optativas?

Durante casi dos siglos existieron europeos de verdad, al menos en la burguesía y en la aristocracia: no europeos que además se consideraban franceses o ingleses o españoles, sino europeos que se sentían solo Europa. Se movían entre Varsovia, Ginebra, Praga, Viena, Berlín o Budapest. A raíz de las guerras mundiales y la posterior absorción de gran parte de ese mundo por la URSS, el nacionalismo se activó y puso fin a ese universo único y maravilloso, en tanto era cultural-artístico y no territorial-militar, quizá la única Europa 100% que ha existido en la historia.


UN HOMBRE se encendió su cigarro en la llama de la Tumba del Soldado Desconocido de París, oh, no, mira lo que ha hecho, y ahora está en búsqueda y captura. La ministra francesa de Veteranos y Memoria, Patricia Miralles, ha dicho: "Esto es un insulto a nuestros muertos, a nuestra historia y a nuestra nación".

Es que te tienes que reír. Una prueba más de que es falso que Europa se haya secularizado a partir del siglo XVIII: lo que pasó realmente es que se sustituyó el irracionalismo de Dios por el del estado-nación.


MIRA POR dónde que también Antonio Salieri es hermano mío. Conocido universalmente por la supuesta envidia que tenía a Mozart y acusado falsamente de envenenarlo, su obra musical ha adquirido relieve en las últimas décadas. Alex Ross señala en The New Yorker el papel que la roña nacionalista desempeñó en su postergación:
El siglo XIX vio el surgimiento del nacionalismo en los países de habla alemana. Salieri fue encasillado como un intruso extranjero, un intrigante italiano, un patrón ya visible en las cartas de Leopold Mozart a su hijo. Herrmann señala perspicazmente el papel que jugó el nacionalismo en la marginación de la reputación de Salieri: “El compositor cosmopolita, que hablaba con fluidez italiano, alemán y francés y era artísticamente importante en las tres áreas lingüísticas, no podía ser absorbido por completo en ninguna nación europea. Con el surgimiento de los estados-nación, el Salieri histórico se convirtió gradualmente en una figura sin hogar, y sus grandes méritos artísticos y sociales finalmente cayeron en el olvido”. Un destino similar le ocurriría al alumno de Salieri, Giacomo Meyerbeer, otro artista paneuropeo, que desapareció a mediados del siglo XIX después de alcanzar la fama mundial.


ALGUNAS PREGUNTAS para caminar hacia una España sin España: ¿Por qué en las bibliotecas públicas de Madrid es imposible encontrar el Memorial de Santa Helena de Las Cases? ¿Has visto alguna vez que se incluya a Almanzor entre los mayores genios militares? ¿Te han hecho leer algo de Joanot Martorell, Jacinto Verdaguer, Joan Maragall o Salvat-Papasseit? ¿Por qué nadie pidió el Nobel para Cernuda? ¿Existe algún manual escolar que diga quién es José María Blanco White? ¿Por qué Humboldt no se conoce? ¿Por qué Bartolomé de las Casas es más celebrado en América? ¿Has visto alguna vez que se cite a Leopoldo Lugones o José Martí como grandes impulsores del modernismo literario, o en tu libro de literatura solo se cita a Rubén Darío? ¿Por qué se ha soslayado la importancia de Huidobro en la vanguardia?


Ayer, día de descanso en el Tour, leí que se cumplen exactamente 40 años de la última victoria de un francés, Bernard Hinault. Parece mentira, con el amor que ese país le tiene al ciclismo, particularmente al Tour. Y es admirable que lo siga amando a pesar de eso, que continúe cuidándolo y llenando las cunetas para aplaudir a los corredores. Se diría que hacen una fiesta para otros, entre ellos nosotros.
Sí, menos mal que todavía quedamos personas a las que nos interesan los deportistas con independencia del lugar donde hayan nacido. En ese sentido, no me agrada poco que Tadej Pogačar, el monstruo que está dominando en los últimos seis años, pertenezca a un país pequeño, Eslovenia, de poco más de dos millones de habitantes, de forma que se puede decir sin margen de error que es uno de los pocos deportistas, fuera del fútbol, que cuenta con más seguidores lejos de su nación; más aficionados que lo siguen no por coterráneo sino por ciclista impar.


DICE GABRIEL Rufián que VOX no gobierna en España gracias a Euskadi y Catalunya, que son dos territorios “antifascistas”. Precisamente a mí me parece que Euskadi y Catalunya casi son los dos territorios más fascistas que existen en España, si no fuera porque Madrid, a partir de 2017, ha comenzado a competir con ellos.

¿Qué es un fascista, en mi opinión? Una persona que defiende una idea cultural-identitaria de una población, la que vive en determinado territorio, y que trata de imponerla con el abuso o la presión o la violencia. Como viví treinta años en Vizcaya, puedo afirmar con precisión que el elemento violencia está presente: es imposible vivir en un pueblo rural de Vizcaya, me refiero a vivir participando en el pueblo, si no aceptas el catecismo nacionalista. Ya he contado otras veces, y hasta figuró en un capítulo de El hijo de Puskas que finalmente retiré porque carece de calidad literaria, que yo nunca fui monaguillo y solo me invitaron una vez a participar en las fiestas de Lauros por el motivo de que mi madre es de Burgos y mi padre se opuso al PNV del pueblo. Como en un pueblo rural de Vizcaya no te dejes ver en el Batzoki, enseguida te ponen el sambenito del “no se integra” y te marginan. Que no te disparen ni te pongan una bomba lapa no significa que no haya violencia en ese comportamiento. Si a alguno le parece excesivo comparar el fascismo hiperasesino de Hitler con el que practica el PNV (o Bildu) en las zonas rurales de Euskadi, estoy dispuesta a adjetivar ese fascismo con el calificativo de “blando”, pero fascismo es.

En cuanto a ERC, ¿no es ERC la que, hace unos años, acaudillada por Junqueras, montó una iniciativa para salir a las calles de Catalunya, en plan piquete informativo, a llamar la atención a los comercios que no tenían impresos los rótulos en catalán? Si eso no es fascismo, ¿qué es el fascismo? ¿Y no ha sido CIU la que ha declarado durante años, por boca de sus dirigentes, que los inmigrantes que no aprendan catalán no deberían tener derecho al voto?

Se me dirá te equivocas, Vanessa, porque tanto Bildu como ERC son de izquierdas y no existe una izquierda fascista. Claro que existe: Maduro, el Otegi etarra, Fidel Castro, Stalin o Pol Pot son claros ejemplos de fascistas de izquierda: en ellos el elemento patriótico ("patria o muerte") o el elemento imposición violenta son mucho más importantes que el elemento socialista, que es puramente decorativo. 

Me causan tanta indignación los patriotas disfrazados de izquierda que me vais a permitir una pregunta sobre la “tanta izquierda” que es Bildu y ERC: ¿Por causa de qué Otegi y Junqueras han estado en la cárcel? ¿Acaso por encadenarse ante el Congreso por El Tarajal? ¿Por escupir al presidente del gobierno por la existencia de CIEs? ¿Por insultar al Rey por la matanza ante la valla de Melilla? No, Otegi y Junqueras han estado en la cárcel porque están dispuestos a dar el 100% de sí mismos, hasta perder la libertad, no por un proyecto de izquierdas, sino por el proyecto de construcción nacional vasco o catalán, un objetivo identitario, antihumano y antigente, igual que lo es el proyecto España. E igual que España te impone sus escritores de segunda, su historia de crímenes y sus deportistas dopados, tanto Bildu como ERC están al acecho para imponerte, llegado el momento y con otra bandera, sus listas propias de crímenes, poetastros y dopados.

Por tanto, ni Bildu ni ERC son antifascistas, al menos desde el punto de vista maricrónico, ni Euskadi ni Catalunya se libran de esa pesada lacra, sino que la encabezan.


HACE CASI tres siglos Samuel Johnson ya se dio cuenta de que el pueblo elegido es el suizo:
Quienes desdeñan la capacidad de los suizos deberían decirnos por medio de qué maravilloso arte de la política, por medio de qué feliz conciliación de intereses, se ha llegado a tal concordia que, en un cuerpo compuesto por distintas comunidades y religiones diversas, no surja ninguna conmoción civil.
Suiza no tiene idioma común, sino cuatro oficiales en pie de igualdad entre ellos: como no se les ocurrió invocar la sacrosanta unidad idiomática, nunca ha habido un problema. En religión funcionan igual y tienen casi el mismo número de católicos que de protestantes, caso insólito en toda Europa, donde casi todos los países se dedicaron a perseguir a la otra parte apelando de nuevo a la "unidad".

Si tú respetas la variedad sin buscar el idioma Uno y la religión Una, la convivencia es posible y el resultado es Suiza. Si no la respetas e invocas a grito pelado la "unidad", pensando que es fácil convencer a una persona para que abandone el idioma que le ha enseñado su madre, tienes como consecuencia inmediata el nacimiento del nacionalismo unitario y de los nacionalismos periféricos: España.


LO DE Torre Pacheco, como lo de Plymouth, se veía venir: fortalecer un nosotros imaginario y sectario es una locura que siempre deriva en violencia. Las naciones, como las religiones monoteístas y las ideologías totalizantes, basadas en el esquema antiduda "esto-es-así-y-punto", son cosas malas: no hay más que escuchar el lenguaje-consigna, dirigido a oligofrénicos, con que sus dirigentes se dirigen a las masas; no hay más que comprobar, al grito de "un marroquí hizo esto", cómo manadas de subnormales suspenden su inteligencia y se dan a la caza del marroquí, de todos los marroquíes, porque se sienten respaldados por un invento terrible contra el que nadie se atreve, la patria.


INCREÍBLE LO que se parece a la mía la visión de Goethe sobre territorio y cultura. Este autor fue brevemente nacionalista, en la época juvenil en que fue amigo de Herder, pero pronto se dio cuenta de que el nosotrismo se oponía a su amplitud de miras:
Como hombre, como ciudadano, el poeta amará su patria; pero la patria de su fuerza y de su acción poéticas son la Bondad, la Nobleza, la Belleza, que no están ligadas a ninguna provincia especial, a ningún país especial, que él toma y forma allí donde los encuentra.
Goethe vivió la época del florecer del volksgeist alemán, pero enseguida se le enfrenta con una propuesta más humana:
¿Qué significa "ama a tu patria" y qué significa "actuar patrióticamente"? Si un poeta se esforzó durante toda su vida por luchar contra los prejuicios dañinos, eliminar las opiniones estrechas, iluminar las mentes de su pueblo, purificar sus gustos y ennoblecer sus actitudes y formas de pensar, ¿qué mejor cosa puede hacer? ¿Y cómo debería verse más patriota?
La diferencia fundamental conmigo es que Goethe sí que se siente alemán y cree en la existencia de la nación y la cultura alemanas, frente a mi visión anti de corte racional-anarquista, pero a continuación dice que el contexto de nacimiento y cultura es un límite que, en lugar de ser celebrado, debe ser superado gracias a las traducciones y al interés por otras culturas:
Es muy buena cosa que ahora, con el estrecho intercambio entre franceses, ingleses y alemanes, nos corregimos unos a otros. Ése es el fruto de una literatura cosmopolita. Carlyle ha escrito la vida de Schiller, y lo ha juzgado en general de una manera como no es fácil lo haga ningún alemán. En cambio, nosotros estamos al tanto de Shakespeare y Byron, y sabemos apreciarlos quizá mejor que los ingleses mismos.
Para Goethe, el valor de una obra no se mide por la precisión con que ha retratado un lugar o cultura, sino al contrario: una obra solo vale si deja más valores duraderos que los referidos al "dónde" y al "cuándo", que en lenguaje maricrónico se traduciría por "POR FAVOR NO LLAMÉIS CULTURA A LO QUE ES SOLO ETNOCENTRISMO".

Por otra parte, tiene una idea descentralizada de la cultura, que conecta con mi concepto barrional: él siempre se opuso a que Berlín se convirtiera en la capital alemana de las artes y predicó con el ejemplo, pues fijó su residencia en Weimar y trabajó para que las artes de aquel lugar no tuvieran nada que envidiar a las del resto de Alemania.


ME LA suda millones la dizque atroz invasión musulmana que sufrieron; o los latrocinios que cometieron con ellos los ingleses; o la ignominiosa ocupación que padecieron de los napoleones; o la tragedia psicológica que les causaron los gringos en Cuba.

Ellos dicen que quien no recuerda su historia está condenado a repetirla; yo digo que la historia contada con el ojo de la nación no es más que una máquina de perpetuar el agravio y conservar fresco el odio.

Como no creo en su espíritu de negra miseria rebañiega, declaro en lo que a mí respecta que ni antes ni nunca me han hecho nada malo los musulmanes ni los ingleses ni los franceses ni los estadounidenses.

Todo son amaneceres y caminos limpios para la que rompe el candado fúnebre del nosotrismo.


HABLANDO DE Kafka, en sus conversaciones con Janouch defiende un sionismo de color de rosa: 
FRANZ KAFKA: El nacionalismo judío es la severa cohesión, forzada desde el exterior, de una caravana que avanza a través de la fría noche del desierto. Las caravanas no pretenden conquistar nada. Solo quieren llegar a un hogar fuertemente protegido que pueda dar a las personas que las integren la posibilidad de desarrollar libremente su existencia humana. El anhelo que sienten los judíos por un lugar en el que asentarse no consiste en un nacionalismo agresivo, que en el fondo siempre es apátrida en sí mismo y en el mundo y se apodera enfurecido de los hogares ajenos, ya que, en el fondo otra vez, el nacionalismo judío es incapaz de quitarle al mundo su desierto.

GUSTAV JANOUCH: ¿Se está refiriendo a los alemanes?
FRANZ KAFKA: Me estoy refiriendo a todos los colectivos ávidos de sangre que con su asolamiento del mundo no amplían su dominio, sino tan solo limitan su humanidad. En comparación, el sionismo no es más que un costoso regreso a tientas hacia una ley humana propia.
Se trata del error de siempre, en el que caen también personas en otros sembrados tan lúcidas como Kafka: el nacionalismo de los demás es malo-malo, porque es agresivo y excluyente; en cambio el nuestro es bueno-bueno, porque es integrador e inclusivo.

Pienso al contrario: en el mismo momento en que creas un nosotros territorial soberanista, sea constitucional o sea identitario, inclusivo o excluyente, has creado el Krakatoa. No hay Krakatoas buenos. El Krakatoa puede permanecer muchos años dormido, mientras lo dirijan personas como Kafka, Gorbachov o el emperador Antonino Pío, pero cuando pase a manos de Putin, Trajano o Netanyahu...

Le llevaba yo a Kafka a la Franja de Gaza para que viera dónde ha acabado su nacionalismo humano.


EL DEBATE de la traducción está viciado por la polémica nacionalismo / cosmopolitismo, que es previa y hace de mano que mece la cuna. Al nacionalista le interesa insistir en aquellas partes del idioma que son intraducibles (la mayor parte de la poesía); al cosmopolita en el humus que fecunda todo lo humano y asemeja a todas las lenguas. Al nacionalista se le desenmascara cuando, siguiendo su lógica, le dices que sería aconsejable enseñar inglés, francés, alemán, chino o árabe en las escuelas, con el fin de que los niños no tengan que traducir los idiomas en que está depositada la mayor parte de la cultura. Entonces el nacionalista se opone, porque es monoteísta y solo está interesado en el idioma que le tocó en suerte. Por eso albergo tantas reticencias con los escritores que dicen “mi patria es mi idioma”, que es una forma subliminal de nosotrismo.


AUNQUE HAGO lo imposible para que no me lleguen noticias de los euskañoles, a veces son tan revoltosos que acabo sabiendo de ellos contra mi voluntad. Ayer fue uno de los casos y tuve la desgracia de conocer, por cuentas que suelen tratar solo de literatura, que Ayuso había abandonado la conferencia de presidentes a raíz de que algunos de ellos hablaron en catalán o euskera.

Esta polémica me aburre mucho. Es la típica en la que dos bandos dicen muy fuerte “NOSOTROS”. ¿Pero cuál es el nosotros del que hablan?

El de los vascos es este:

3'2 millones de vascos = 0'04% de la población del mundo.

El de los catalanes es este:

8'5 millones de catalanes = 0'11% de la población del mundo.

Y el de los españoles es este:

42'2 millones de españoles = 0'53% de la población del mundo.

Hay que defender todos los idiomas, los pequeños, los medianos y los grandes, pero vosotros solo queréis defender el vuestro mientras ponéis palos a todos los que están por encima, los que están al costado o los que están por debajo. Tratáis de hacerme creer que vuestro cutrerío es natural, pero es del todo antinatural que en el siglo XXI de Internet, Google Translate y aviones ultrarrápidos nos obliguéis a vivir de acuerdo a vuestros nosotros bonsái.


"SOMOS EL país más autocrítico del mundo". Esta frase quejosa la puedes escuchar mucho en España, pero también en Argentina, y descubro durante estos días que también se escucha en Francia, naturalmente en exclusividad, como todo lo referido al invento patria. El presidente Macron, tras el incidente con su mujer, declaró que "el problema de Francia es que somos demasiado autocríticos", y hace unas horas Al-Khelaïfi, presidente del PSG, ha hecho unas declaraciones en el mismo sentido: "Tenemos que dejar de ser tan críticos los unos con los otros y empezar a ser positivos para que el fútbol francés se convierta en el mejor de todos".

Qué casualidad que el espíritu crítico, que parece un valor cuando se aplica en otros sembrados, en el momento en que se aplica en el sembrado patria ya les parece mal a muchos.


SI POR algo he abogado yo desde que murió mi padre es por aplicar a lo territorial un principio de separación de poderes como el de Montesquieu. A España le viene bien que exista la Unión Europea por encima y Euskadi/Catalunya por debajo, porque impiden que surja el autoritarismo y la tendencia al imperialismo que se deriva de una unidad sin fisuras; a su vez, a Euskadi y Catalunya les viene bien que existan en su seno grandes ciudades y zonas no nacionalistas que impiden que surja el monstruo de la unanimidad identitaria. Es bueno que un país tenga zonas federales o autonomistas; a la vez es bueno que el autonomismo sea limitado por el provincialismo y el provincialismo por el municipalismo. Cuanto más poderoso es cada escalón de la escalera territorial, más control ejercen los unos sobre los otros y más constreñidos están, menos fuerza tienen para agredir al otro.

Para llegar a este punto es indispensable partir de la misma premisa que Montesquieu, la de que el excesivo poder corrompe; hay que partir de la premisa de que Euskadi y España son dos cosas malas a las que hay que limitar para que no se manifiesten en toda su maldad. ¿Existe alguna persona en Madrid, además de la sissy de los dos gatos, que piense que Euskadi y España y Catalunya y Francia y Alemania no son estructuras de las que sentirse orgullosa, sino, al contrario, aberraciones a las que hay que parar los pies para mantener su iniquidad congénita en niveles no catastróficos?


SI EL catalán consigue ser idioma oficial de la UE, como pretende el gobierno, se solucionará una de las injusticias de la España de hoy. El catalán que ocupa el puesto número catorce entre las lenguas más habladas de la UE, por delante de otras diez lenguas que ya son oficiales. Yo también estoy a favor de lo común; pero a los idiomas hay que dejarlos correr y expandirse hasta donde puedan, y facilitárselo en lo posible: siempre me ha dejado alucinada que el aprendizaje de las otras lenguas ibéricas no esté subvencionado en todas las comunidades, como sucede en Suiza, o que en la escuela no te enseñen las quince frases más empleadas para hacer una reserva de hotel o pedir un menú en cualquier lengua española. Si además de la lengua supercomún hubiera otras lenguas comunes, aunque sea en una minoría de cada comunidad, esto redundaría en una amistad entre las regiones, sin la cual la sacrosanta unidad no es más que imposición.